sábado, 20 de octubre de 2012

Splendor.

Y si tropieza, que tropiece, se caiga y se dé el trompazo de su vida. Y si le apetece llorar, que llore, que se deshidrate que se deje los ojos hechos un cristo. Que si le apetece comer, que se ponga ciego a profiteroles y luego apenas pueda vivir para contarlo. Si no le apetece vestirse, que salga en chándal día sí, otro también, y que si le apetece cambiar de canal, que se compre el satélite. Pero ante todo, si le apetece amar, que ame hasta quedarse el los huesos, ser consumido por las ojeras esperando su llamada, obsesionarse enfermizamente, desgastar el cerebro dándole vueltas a todas y cada una de las miradas de reojo que creer haberte perdido. ¡Que ame hasta morir de locura! Que haga lo inevitable, y bienvenido sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario