Electio.
...era como si, una noche cualquiera, en un bar cualquiera, un desconocido le hubiera invitado a una copa. Le hubiera dejado perderse en el cuello de su camisa. Para después, y sin previo aviso, desaparecer. Casi al mismo tiempo que desaparecieron los hielos de sus vasos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario