martes, 19 de junio de 2012

Fulgōrem.

Me dio por escucharlo, por pararme, darle al standby, y atender a toda aquella verborrea que, en parte, me parecía absurda. No supe si fue por el calor sofocante que hacía, por lo mal que había dormido o por el sabor tan sospechosamente amargo del café; dentro de mi hipnosis particular, creí tener algo de cordura.
Mejor no haberlo hecho, en mala hora se me ocurrió aquello. Un día que solo invitaba a ir a la playa. Silencio en todos los rincones de la calle, y yo tuve que elegirlo para meditar. Y tanto que parecía haber dicho: habló, habló, vaya si habló.
Resultó ser mi aburrido corazón. Resultó estar harto de no haber sido escuchado nunca en sus diecisiete años de vida. Resultó estar enfadadísimo, y resultó ser menos necio de lo que yo creí ser. Resultó ser el único que había intentado hablarme, resulté no ser merecedor de él. Resulté ser su maltratador personal y resulté ser un homicida. Resulté estar peor de lo que imaginaba, pero más vivo que nunca. Resultó ser el momento idóneo para dejarme de malas noches y pasar a tener los mejores días.
El calor me hizo delirar, posiblemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario